martes, 25 de septiembre de 2007

La Adoracion y Alabanza al Rey:

Juan 4:
23 Mas la hora viene, y ahora es, cuando los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad; porque también el Padre tales adoradores busca que le adoren. 24 Dios es Espíritu; y los que le adoran, en espíritu y en verdad es necesario que adoren.

Muchas personas hablan de la adoración. Se habla de adorar a Dios, se habla de tener una relación con Dios, pero a la hora de la verdad, no se demuestra. La adoración es un acto y un proceso. En el acto de la adoración nos reunimos para honrar y reverenciar a Cristo a través de ciertos patrones y tradiciones. Además, en el acto, hay un proceso de adoración. Dicho en una forma más sencilla, esto se refiere a nuestro discipulado: la etapa de la madurez, en la cual pasamos del egocentrismo al Cristo centrismo. Lo que importa no es dónde se rinde culto, sino la disposición de la mente y el corazón. La verdadera adoración no es una mera fórmula o un ceremonial, sino una realidad espiritual que está en armonía con la naturaleza de Dios, que es Espíritu. La adoración debe ser también en verdad, o sea, transparente, sincera y de acuerdo con el mandato bíblico. Se estaba haciendo el paso de batón de la ley, que especificaba un lugar en específico, a la gracia, que especifica nuestro corazón.
La palabra adorador (proskuneo προσκυνέω, 4352), hacer reverencia, dar obediencia a (de pros, hacia, y kuneo, besar), implica el acto de cuando el perrito lame la mano del amo en señal de servicio fiel todo el tiempo sin condiciones. Es la palabra que con más frecuencia se traduce adorar. Se usa de un acto de homenaje o de reverencia. En este verso la que se usa es proskunetes (προσκυνητής, 4353), en referencia a la persona que lo hace.
Pero va mucho más lejos de esto. La alabanza es cuando un río trae sus aguas en sus propios cauces, corriendo por su propio canal, y la adoración es cuando este río crece y se sale de su cauce inundando todo nuestro ser, cubriéndonos de sus aguas frescas. Por eso es que dice que El busca adoradores, no adoración, por que la adoración El la recibirá como quiera, ya sea por la naturaleza que nos rodea, ya sea por lo que sucede a diario o como sea. Pero si la damos tiene que ser un acto genuino, no de falsedad, sino de corazón. Esta no busca la presencia de Dios, esta consciente de ella, la vive en la plenitud, la altura, la profundidad, anchura y extensión de la alabanza. Es vaciar nuestra mente de todo pensamiento externo y llenarlo del interno, el que viene de Dios, de lo que fluye de nuestro espíritu a nuestro amado Padre Celestial, por medio de su hijo amado y a través de la unción de su Espíritu Santo. Perdernos en la selva del Trino Dios y quedarnos ahí, admirando su hermosura.
El Salmo 113:3 dice: Desde el nacimiento del sol hasta donde se pone, Sea alabado el nombre de Jehová. Alabad: Este salmo, y los cánticos de Aleluya que siguen, eran entonados en dos partes (113–114 y 115–118) en cada lugar donde se celebraba la Pascua. Es al canto de la segunda parte a la que se refiere Mateo 26.30, poco antes de la crucifixión de Jesús. Estas palabras están tomadas de la oración de Ana en 1 Samuel 2.5. Polvo y muladar son símbolos de la más absoluta pobreza, como habla en el verso 7.
Dios es Espíritu significa que el espacio físico no lo limita. Está presente en todo lugar y puede adorarse en cualquier lugar, a cualquier hora. No es dónde adoramos lo que cuenta, sino cómo adoramos. ¿Es nuestra adoración en espíritu y en verdad? ¿Tiene la ayuda del Espíritu Santo? ¿Cómo nos ayuda el Espíritu Santo en la adoración? El Espíritu Santo intercede por nosotros (Romanos 8.26), nos enseña las palabras de Cristo (Juan 14.26) y nos ayuda a sentirnos amados (Romanos 5.5).
Tenemos que hacer un compromiso con la adoración, te garantizo que nuestras vidas no serán iguales, será prosperada por encima de sus afanes. Seremos llevados a un lugar donde no habrá mas llanto de lamentación, sino de gozo, no habrá mas dolor, por que lo que nos rodea no nos importara, solo desearemos estar a solas con nuestro Padre Celestial.

A. Características de la adoración:
Cualquiera que sigue las órdenes bíblicas para adorar pronto exhibirá características bíblicas que son discernibles. Estas incluyen:
1. La adoración exclusiva a Dios.
2. El amor a Dios con todo el corazón.
3. Una dependencia del Espíritu Santo.
4. Un enfoque a la alabanza gloriosa.
5. Un equilibrio entre la seriedad y el entusiasmo.
6. Evitar el pecado.
7. Una concentración en la unidad y el orden.

B. La responsabilidad de cada creyente:
Hoy es un nuevo día, y están surgiendo adoradores vibrantes por todas partes. La adoración de corazón fluye de una comprensión del sacerdocio real y una disposición a concentrarse, a involucrarse y a disciplinarse durante el acto de la adoración. Como Jack Hayford ha dicho, hoy el Espíritu Santo está dirigiendo nuestro destino a una adoración sacerdotal que despeja el avance del Reino. A medida que nuestra respuesta aumenta en los cultos de adoración, concentrándonos en Jesús y su gloria, llegamos a armonizar. En un ambiente unánime y de común acuerdo, el Señor se mueve con libertad, tanto entre nosotros como a nuestro favor. Los adoradores, una vez renovados, reciben poder para desbordarse en el nombre del Salvador.
Sin embargo, tenemos una función para abrir este mundo de posibilidades. Necesitamos negar cualquier perspectiva casual y abrazar con fervor nuestra responsabilidad particular como sacerdotes en cada culto de adoración al que entremos. Debemos planear con anticipación —llegar con un cuadro mental característico—, al lugar que liberará nuestro recién hallado papel como sacerdotes reales.
Es fácil articular el papel del pastor o líder de adoración. El pastor llega al culto de adoración con una palabra de Dios para la gente. Ha orado, estudiado, preparado y está listo para nutrir, amonestar, edificar y/o aumentar la visión. También el líder de adoración se prepara. El o ella, con los músicos, arregla el ambiente musical, lo ensaya y lo prepara en comunión con el Señor. Como fruto natural de su preparación, el pastor y su equipo se afinan para entrar en alabanza y adoración.

C. Como prepararse para una reunión de adoración:
Los refranes son dichos que contienen pensamientos motivadores. Algunos son humorísticos. Otros son obstinados y te retan. Uno muy bueno para comenzar un día es este: Fallar al planear es planear fallar. Planear es una aventura saludable, repleta de reciprocidad, porque el planeamiento afecta tanto al presente como al futuro. Planear es poner en movimiento una serie de circunstancias de manera ordenada. Una vez ordenadas, las posibilidades de éxito, pese a la aventura entre manos, son obviamente más grandes que si uno no ha planeado.
1. El planeamiento da resultados.
Es interesante para mí, como líder de adoración, observar la capacidad de la gente para transferir aprendizaje. Algunas personas planean adorar, llegando a la iglesia preparados. Otros parecen estar preocupados y no perciben el potencial existente en un culto. Por ejemplo, un individuo que tiene éxito en los negocios puede considerar la asistencia a la iglesia en forma casual. A su trabajo llegan temprano y preparados a cabalidad. Se concentran. Se dedican a la tarea. El sobretiempo no es problema. Se les puede oír decir: «Cerremos el trato, ¡cueste lo que cueste!» Pero la adoración en la iglesia de alguna manera se vuelve estereotipada, arrumada a una categoría inferior. Tal actitud puede resumirse de esta manera: «Si estoy aquí hoy, está bien, pero mi prioridad, en verdad mi identidad, es mi trabajo». Pero espero. A fin de cuentas, ¿qué es más importante?
Un trabajo dura una temporada, un proyecto un día, mientras que la adoración penetra la eternidad cada vez que entramos con alabanzas y avanza hacia una vida para siempre. Prepararnos para nuestra adoración es captar una verdad: entrar en el concepto neo-testamentario del sacerdocio real de los creyentes. Los sacerdotes, en la economía del Antiguo Testamento, se preparaban (1ª Pedro 2:5,9). Este verso condiciona nuestro llamamiento, de modo que preparémonos para todo encuentro sacerdotal. Los creyentes con éxito, vibrantes y productivos planearán la adoración mucho antes de llegar a la banca el domingo en la mañana o a su célula. Adaptarán hábitos que saben son productivos para ellos, a su estilo de vida como discípulos de Jesús. Por ejemplo, lo que un empleado aprende de su medio ambiente de trabajo puede utilizarse específicamente. Debajo de cada una de las cosas que siguen, tome sus propios y firmes hábitos de trabajo y adáptelos a su adoración en la iglesia:
a. Llegar a tiempo a su trabajo.
b. Llegar preparado a las reuniones.
c. Hablar articuladamente.
d. Ceder la ocasión al supervisor.
e. Percatarse de las necesidades de aquellos con quienes usted trabaja.
f. Dar todo su tiempo, honestamente, sabiendo que habrá recompensa.
2. Entender el rol de cada creyente como un Sacerdote Real:
Antes de que Cristo viniera a la tierra, los adoradores del Antiguo Testamento se acercaban a Dios por medio de un sacerdote del orden mosaico. La comunión con Dios y el perdón de pecados estaban ligados al sacrificio de animales. Las leyes respecto a la conducta del adorador en el templo eran específicas, con asombrosos castigos por la desobediencia o la negligencia. (Números 3:10). La muerte de Cristo acabó con la necesidad del sacerdocio del Antiguo Testamento. El restauró el sendero para que la humanidad hallara perdón, comunión y una relación eterna con Dios, porque su sangre sirvió como propiciación por nuestros pecados. Por consecuencia, podemos entrar a la presencia del Padre celestial directamente. Ya no necesitamos el papel de mediador o de abogado de un sacerdote terrenal. Es más, ahora somos todos llamados a actuar como sacerdotes, bajo Jesús mismo, nuestro gran y único Sumo Sacerdote (Hebreos 5.5–11). Como sacerdocio real (es decir, de la realeza), y percatándonos de que podemos acercarnos a Dios directamente, tenemos ahora ciertas responsabilidades relativas a la vidas que dirigimos (Juan 14:6).
3. Recomendaciones practicas:
Una manera de llegar a ser consecuente en la adoración es prepararse para la ocasión. Una buena manera es la siguiente:
a. Dése una buena noche de descanso antes de la adoración. Tenga cuidado con los estímulos la noche anterior. Otro refrán: «Basura entra, basura sale». ¿Quién quiere imágenes carnales distrayendo nuestro enfoque en el día del Señor? Prepare su corazón, como ya hemos estudiado.
b. Ore de antemano. Sostenga los brazos de su pastor. Invoque la presencia y bendición del Señor sobre la reunión.
c. Santifique su camino. En lugar de soñar despierto o discutir, edifique un altar en su vehículo. Ponga música de adoración. Involucre a la familia en oraciones breves.
d. La adoración puede fácilmente ser distraída por la ansiedad. Ninguno de nosotros quiere que los asuntos temporales controlen nuestra atención, mientras estamos en el culto de adoración.
Determínese a tomar la iniciativa. No espere a que alguna otra persona estimule su respuesta a la adoración; acepte su responsabilidad y póngala en acción. ¿No es eso la esencia de la madurez, aceptar la responsabilidad por su conducta? La motivación es un acondicionamiento mental que a la larga se convierte en hábito.
4. Fases de la Adoración en Grupo:
A. Fase I: Invitación:
1. Conscientizar a cada persona en la reunión a que se prepare para adorar al Señor.
2. Invitar al Señor a participar en la Reunión.
3. La selección de cantos es muy importante porque ello establece el tono inicial de la reunión y dirige la atención de las personas hacia Dios.
4. Los problemas del grupo, las oraciones contestadas, los invitados presentes, todas estas ideas deben reflejarse en la invitación.
B. Fase II: Conexión:
1. Es el tiempo de entrar juntos en contacto con Dios.
2. En esta fase alabamos a Dios por lo que Él es, a través de la música y la oración.
3. Expresiones de adoración, amor, alabanza, júbilo, intercesión, petición surgen espontáneamente.
4. La oración y la adoración se entremezclan.
C. Fase III Expresión:
1. El grupo se dirige a un lenguaje más amoroso e íntimo.
2. La adoración produce meditación, y la confesión de nuestras faltas fluye espontáneamente.
3. En esta fase nos hacemos plenamente conscientes de su presencia.
4. Alabanza por sus obras, gozo alegría y sus expresiones externas.
D. Fase IV Visitación:
1. Corresponde a un punto de espera para que el Señor responda mediante la salvación, liberación, santificación, sanidad.
2. Los dones espirituales se activan.
3. Lectura de la Palabra inspirada por Dios.
4. Exhortación.
E. Fase V Generosidad:
1. Debemos entregar toda nuestra vida; Dios pasa a ser el propietario de todo.
2. Le entregamos a Dios el control de nuestros dones, talentos, posesiones, para que el los multiplique.
3. Dar nuestros cuerpos.
4. Intercedemos por otros.
5. Damos nuestros diezmos y ofrendas.
6. Hacemos actos de misericordia.
7. Damos nuestro tiempo para ganar a otros para Cristo.

No hay comentarios.: